Desde hace varios años, las finanzas están experimentando una profunda transformación. Ante los retos medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG), los actores financieros están revisando sus prioridades. Ya no se trata solo de maximizar los beneficios, sino también de tener en cuenta el impacto a largo plazo de las inversiones en el planeta y la sociedad. Esta evolución da lugar a un campo en plena expansión: las finanzas sostenibles.
¿Qué son las finanzas sostenibles?
Las finanzas sostenibles se refieren al conjunto de prácticas financieras que integran criterios medioambientales, sociales y de gobernanza en las decisiones de inversión. Se basan en la convicción de que es posible, y necesario, conciliar la rentabilidad económica y el desarrollo sostenible.
Estos criterios ESG permiten evaluar a las empresas más allá de su rendimiento financiero:
- Medio ambiente (E): huella de carbono, gestión de los recursos naturales, contaminación…
- Social (S): condiciones de trabajo, derechos humanos, igualdad, inclusión…
- Gobernanza (G): transparencia, lucha contra la corrupción, diversidad en los órganos de gobierno…
¿Por qué está ganando importancia la financiación sostenible?
Hay varios factores que explican el auge de la financiación sostenible:
- Emergencia climática: El cambio climático y la pérdida de biodiversidad exigen una reorientación de los flujos financieros hacia actividades más respetuosas con el medio ambiente.
- Demanda de los inversores: Cada vez más ahorradores, especialmente las generaciones más jóvenes, quieren dar sentido a su dinero. Desean invertir en empresas que compartan sus valores.
- Aumento de la regulación: La Unión Europea, por ejemplo, impulsa la transparencia a través de la taxonomía verde y el Reglamento SFDR (Sustainable Finance Disclosure Regulation), que obligan a las instituciones financieras a detallar el impacto medioambiental de sus productos.
- Oportunidad económica: La transición hacia una economía baja en carbono genera nuevos mercados e innovaciones que impulsan el crecimiento.
- Herramientas tecnológicas al servicio de las finanzas sostenibles: El auge de los datos, la inteligencia artificial y las plataformas tecnológicas permite hoy en día a los actores financieros evaluar, seguir y gestionar mejor su rendimiento extrafinanciero.
En este contexto, soluciones como Envoedge, desarrollada por Berexia, encuentran su lugar. Envoedge es una plataforma que ayuda a las empresas e instituciones a medir y visualizar su huella ESG de forma sencilla, dinámica y explotable. Permite a los responsables financieros:
- recopilar datos fiables,
- realizar un seguimiento de la evolución de sus indicadores de sostenibilidad,
- tomar decisiones informadas alineadas con los retos ESG.
Este tipo de herramienta refuerza la credibilidad de los compromisos ESG, al tiempo que responde a las nuevas obligaciones reglamentarias en materia de transparencia.
Instrumentos y estrategias de las finanzas sostenibles
Las finanzas sostenibles adoptan diversas formas, en función de los objetivos perseguidos:
- Inversión socialmente responsable (ISR)
La ISR consiste en seleccionar empresas en función de sus prácticas ESG. Se pueden adoptar varios enfoques:
Exclusión: eliminar determinados sectores (carbón, armas, tabaco, etc.).
Best-in-class: elegir a los líderes ESG en cada sector.
Compromiso accionarial: dialogar con las empresas para mejorar sus prácticas.
- Bonos verdes (green bonds)
Se trata de bonos emitidos para financiar exclusivamente proyectos medioambientales: energías renovables, eficiencia energética, transporte limpio, etc.
- Finanzas de impacto
En este caso, el objetivo es doble: generar un rendimiento financiero y un impacto social/medioambiental medible. Por ejemplo: financiar viviendas sociales o proyectos de agricultura sostenible.
- Microfinanzas y finanzas inclusivas
Las microfinanzas permiten a las poblaciones excluidas del sistema bancario tradicional acceder a servicios financieros, contribuyendo así a la lucha contra la pobreza.
Los retos de las finanzas sostenibles
A pesar de su auge, las finanzas sostenibles se enfrentan a varias limitaciones y críticas:
Greenwashing: algunas empresas o fondos se autodenominan «verdes» sin un compromiso real. La falta de normas claras dificulta la verificación de las afirmaciones medioambientales.
Dificultad de medición: ¿cómo medir el impacto social o medioambiental de una inversión? Los indicadores ESG no siempre están armonizados, lo que complica las comparaciones.
Tensiones entre rendimiento y sostenibilidad: si bien las finanzas sostenibles tienen un doble objetivo, algunos temen que haya que elegir entre rentabilidad e impacto, especialmente a corto plazo. Sin embargo, los estudios demuestran que las empresas con buenas calificaciones ESG suelen ser más resilientes y rentables a largo plazo.
Una dinámica mundial en marcha
Los grandes inversores institucionales, los bancos centrales e incluso las compañías de seguros se están comprometiendo progresivamente con las finanzas sostenibles. Iniciativas como los Principios para la Inversión Responsable (PRI), respaldados por las Naciones Unidas, reúnen a miles de actores en torno a las buenas prácticas ESG.
La COP26, el Pacto Verde Europeo o la Ley de Reducción de la Inflación de Estados Unidos también reflejan una voluntad política cada vez mayor de orientar el capital hacia la transición ecológica.
Las finanzas sostenibles ya no son un nicho: se están convirtiendo en un pilar esencial del sistema financiero del futuro. Ofrecen una respuesta concreta a una pregunta fundamental: ¿cómo podemos garantizar que nuestro dinero contribuya a construir un futuro más justo, más limpio y más resiliente?
Aunque siguen existiendo numerosos retos, el impulso está ahí. Y corresponde a cada uno (ahorradores, inversores, empresas o responsables públicos) desempeñar su papel en esta transición.
